Pioneros
El
Diablo
Rojo
En la pared
del fondo cuelga desafiante al paso del tiempo una Amerio Italiana, pistera
para mas datos, ella era la debilidad de Don Justo Mendez, que la eligio de
entre todas para que sea la suya aunque quiza por respeto nunca la monto.
Y tenia experiencia el hombre, un hijo de espanoles que hace 60 anos decidio
montar una bicicleteria, que con el paso del tiempo se transformaria en el
hogar de las bicicletas de los reyes magos de todos los pibes del barrio.
Don Justo ha fallecido pero su esposa, Dolores Esvert Grau, hace gala de su
sangre catalana y a puro coraje mantiene en pie El Diablo Rojo.
Con sus 78 anos atiende y maneja el local. Mira atenta la rueda de una bicicleta
que tiene problemas ya que la cubierta no encaja bien en la llanta. Revisa,
palpa y da su veredicto, por supuesto irrefutable. Busca entre los estantes
y sin dudarlo encuentra en un instante un par de rollers numero 34, despues
con solo echar un vistazo ubica un asiento para reemplazar el de una rodado
20 atacada por un perro. Dolores es pura actividad, hasta tiene tiempo para
invitarnos a recorrer sus recuerdos.
Enumera todas y cada una de las casas en las que vivio en Caseros, en la calle
Hornos, en Belgrano, en Av. San Martin, en cada rincon del barrio tiene un
recuerdo. Los bailes de carnaval de El Triunfo, las recomendaciones para desandar
las cuadras hasta el cine Paramount, los viejos vecinos, Regueiro, Gigliotti,
la partera Bar o la Fundicion Benelli, todo esta fresco en la memoria, y sale
a la superficie una vez mas, como si se levantara el asfalto de avenida San
Martin para descubrir el empedrado.
A los 20
anos Dolores se caso en la iglesia de La Merced con Justo, previamente habian
cruzado la barrera para casarse en el Civil de Av. San Martin. Con el tiempo
llegarian tres hijos. A los 22 anos era madre por primera vez, llegaba Hector,
actualmente radicado en Miami, luego Mabel y por ultimo Carlos. Todos ellos
crecieron y se formaron en un hogar basado en el respeto y el esfuerzo, con
la imagen de ese hombre laburante, acompanado por una mujer inquebrantable,
que vendian bicicletas en cuotas a todo el barrio.
El requisito para acceder el credito era simplemente conocer la casa, "se
iba con la bicicleta hasta la casa de la gente, se la dejaba alli y en el
momento arreglabamos cuanto se pagaba por mes, muchas veces centavos, lo unico
que queriamos era saber donde vivia el interesado, despues anotabamos las
cuotas en unos libros enormes, era otro pais". En la decada del sesenta la
cosa empezo a cambiar, Caseros ya no era pueblo y se debio cambiar la modalidad
de trabajo. Llegaron los nietos, siete en total, y la aventura de Carlos,
amante del modelismo, de recorrer el mundo trabajando en un barco.
Este ultimo volveria despues de dos anos para poner su propio negocio al lado
de la bicicleteria, una jugueteria, MIKIS. Ya no hay bicicletas como la vieja
Legnano y se anora el valor que se daba antes a la amistad, pero a cambio
hay mayores comodidades y una biznieta.
Dolores sigue firme en su lugar, entre camaras, gomines y relucientes kartings
y triciclos, apostando a los 78 anos por el futuro, pero con solidas bases
en sus raices, en su lugar, en su amado Caseros, en esas calles que recorrio
del brazo de Don Justo, un hijo de espanoles que esta presente en cada rincon
de ese sueno hecho realidad de 60 anos, El Diablo Rojo, donde en una pared
del fondo su duende le saca brillo a una hermosa Amerio Italiana.